En esta ocasión Cristina (gracias, guapa) volvió a confiar en mí para la tarta de comunión de su sobrina Paula, y me dio carta blanca excepto por una cosa: la tarta tenía que ser en pistacho, fucsia y blanco, los colores que decorarían la sala donde se reunieron después de la comunión para celebrarlo.
Es mi primera tarta de tres pisos...¡Qué nervios! Y en esta ocasión también conté con la ayuda de mi cuñada Mariu, que me ayudó con los circulitos que rodean los tres pisos (¡menos mal, porque fueron muchos!). Se trabaja muy bien en equipo, lástima que vivamos tan lejos la una de la otra.
Personalmente esta tarta me recuerda un poco a un castillo de cuento (sin torres, claro), de los que salen al final para que el príncipe y la princesa sean felices y coman perdices (o un trozo de pastel). Está coronada con un lazo de gelatina precioso, transparente, brillante, ligero.
Y por dentro chocolate, montones de chocolate en todas sus formas... En el bizcocho, en los rellenos y a trozos por dentro.
Pese al riesgo de repetirme... Disfruté mucho, pero que mucho, primero buscando inspiración e ideas en la red (un giño de agradecimiento desde aquí a
Thesistercakes), luego diseñándola y, por último, haciéndola.
Espero vuestras opiniones. Hasta pronto.
Hasta pronto.